Este es el nombre del estilo de alimentación que sigo en mi vida diaria. Este no tiene un nombre corto ni comercial. Su creadora, la Dra. Annemarie Colbin, lo denomina “un estilo de comer alimentos integrales que mantiene la salud”, Yo lo denomino también, alimentación natural energética
La Dra. Colbin se ha dedicado a estudiar los diferentes sistemas alimentarios tradicionales del planeta en los que la gente vive muchos años con salud. ¿Qué tienen en común sus dietas? Todas son bajas en calorías, proteínas y grasas y, en cambio, son ricas en carbohidratos complejos y en fitonutrientes
Los humanos nos hemos alimentado sin mucha controversia siguiendo la tradición, hasta que la ciencia y la publicidad han desplazado el sentido común transmitido sin complicación por madres y abuelas. Hay que retomar unos criterios que nos ayuden a elegir alimentos saludables, de toda la vida, sin procesamiento químico, sin depender de estudios de laboratorio, ni tablas de calorías y nutrientes; unos criterios basados en principios antiguos y que faciliten una forma de comer flexible.
Una alimentación completa, que nos lleve a la salud y nos aleje de la enfermedad, utiliza, como base:
- Verduras (de tierra) y frutas frescas
- Cereales sin refinar
- Legumbres
- Frutos secos y semillas
- Algas (verduras del mar)
Animales suficientemente pequeños para comerlos en una comida (pescado pequeño, marisco, aves pequeñas…)
Aceites de calidad
Uno de los principios de este modelo es que los alimentos completos son superiores a la suma de sus partes nutrientes. Tiene más sentido comer alimentos completos, que comer productos refinados y complementar esta alimentación con lo que hemos eliminado del alimento en forma de vitaminas o enriquecimiento sintético. Los principales alimentos parciales o refinados son la harina blanca, el arroz blanco y el azúcar blanco. Comer alimentos completos es una forma fácil de saber que tenemos la máxima cantidad de nutrientes naturales originales en las proporciones adecuadas.
Hay que retomar el conocimiento ancestral para que nos ayuden a priorizar los alimentos saludables, sin depender de estudios de laboratorio, ni tablas de calorías y nutrientes.
Fresco, orgánico y de proximidad
Las verduras y frutas frescas tienen más valor nutricional que las enlatadas o congeladas y mantienen su energía vital. Y aún más, si son de nuestra zona.
Los vegetales de cultivo ecológico contienen más fitoquímicos, y se defienden naturalmente hacia agresiones externas. Por otro lado, estos fitoquímicos son también los responsables del color y el sabor de los vegetales. Los alimentos ecológicos resultan más deliciosos y saludables.
Ecológico, aplicado también al producto animal: si alimentamos mejor a los animales, mejoramos nuestra salud.
Comida real
Que sea realmente comida, no imitaciones como la margarina o grasas vegetales hidrogenadas, los edulcorantes artificiales y las vitaminas sintéticas, entre otros.
Local y de temporada
El producto local es más benéfico y más nutritivo si se ha cosechado maduro. Los alimentos de temporada contienen lo que el cuerpo necesita en cada estación. La col y las verduras de raíz refuerzan y calientan el cuerpo en invierno; en cambio, la ensalada y las frutas de verano depuran y enfrían para soportar el calor.
Que sea equilibrado y delicioso
La concepción holística de la alimentación considera tanto los nutrientes como los efectos energéticos de los alimentos: enfrían o calientan, depuran o refuerzan. Variar es la clave para sentarnos en la mesa tranquilos, con la certeza de que habrá suficientes nutrientes. Amplitud de ingredientes para cocinar con variedad de nutrientes, de colores y de sabores.
En este modelo de los alimentos integrales completos, ¿cómo podemos asegurar la salud nutricional en la cocina diaria? Deberíamos procurar consumir diariamente:
• 1 o 2 raciones de cereal integral
• 1 ración de legumbre o proteína animal
• Una buena cantidad de verduras y hortalizas de diferentes colores
• Y como snack, fruta de temporada y frutos secos
Así de simple, sin paquetes, ni etiquetas, ni nombres de ingredientes que no podemos pronunciar.